Cuando en los años 50 – 60 del siglo pasado los niños trataban de memorizar los ríos de la península Ibérica, cantaban con ritmos cuasi cansinos los nombres de sus lugares de nacimiento, pueblos y ciudades por donde pasaban y los afluentes que recibían en ambas márgenes.
Esto es lo que decían: El Ebro nace en Fontibre, cerca de Reinosa, provincia de Santander, pasa por…….
Y de eso se trata, de descubrir por donde pasa el río Ebro en su tránsito por la antigua provincia de Santander hoy comunidad autónoma de Cantabria.
Poner nombre a este descubrimiento mágico y arcaico, resulta casi imposible, pues son incontables los lugares que atesoran un halo misterioso que desde tiempos inmemoriales les confieren trascendencia e intemporalidad.
Así reza la primera referencia romana sobre el río Ebro.
. fluvium Hiberum; is oritur ex Cantabris; magnus atque pulcher, pisculentus.
«El río Ebro nace en tierra de cántabros; grande y hermoso, abundante en peces.»
Marco Porcio Catón. Origenes: VII
A pie de la surgencia del recién nacido, Menéndez Pelayo con su erudita prosa grabada en piedra, así saluda sus aguas:
“La áspera sierra que guarda en sus humildes peñascales la cuna del histórico río que ha toda la península da nombre….”
Y a partir de este punto comienza su devenir por tierras Campurrianas, tras dejar a sus espaldas Reinosa, la capital de la comarca, recibe por su derecha las cantarinas aguas del río Hijar, primer afluente de importancia, que dependiendo de la época del año aporta más caudal que el propio río Ebro.
A escasa distancia de esta confluencia nos aguardan nuestros primeros descubrimientos, siendo la pequeña iglesia románica de Bolmir, erigida en honor de San Cipriano, la que nos abre las puertas al apasionante viaje que nos aguarda.
San Cipriano, data de la primera mitad del siglo XII, y tiene una clara influencia de los maestros constructores de la cercana Colegiata de San Pedro de Cervatos.
Abandonamos Bolmir y a menos de una legua de distancia, nos encontramos con la población que hoy se conoce como Retortillo.
Lo que otrora fuera Juliobriga, hoy es un humilde yacimiento arqueológico presidido por la también románica iglesia en honor a Santa María.
Según el escritor latino Cayo Plinio Cecilio segundo ( Plinio el Viejo ) fue la ciudad más importante de la “Cantabria Romana”.
En la actualidad, la representación de una Domus Romana, trata de rememorar el estilo de vida de sus habitantes y fundadores. El conjunto merece una detenida visita, que sin duda hará fluir la memoria de una dura conquista a fuerza de sangre y fuego que fue capaz de domeñar y romanizar al bravo pueblo cántabro.
Desde el altozano donde nos encontramos, daremos vista a las aguas remansadas por el primer embalse que sufre el río y que en su día supuso un duro golpe para los habitantes de estas tierras.
De nuevo fluye el agua por los aliviaderos de la presa de Arroyo, para adentrarse en el mundo mágico del monte Hijedo, uno de los últimos reductos de bosque autóctono de robles y hayas en cuyas estribaciones encontraremos uno de los santuarios con más simbolismo de Cantabria.
Montesclaros, es mucho más que un monasterio, es el centro de espiritualidad de los habitantes del sur de Cantabria. Administrado por la orden de los Dominicos desde 1.686, es el lugar donde cada 8 de Diciembre desde 1.880 los once ayuntamientos de la Merindad de Campoo, renuevan sus votos con la patrona, la Virgen de Montesclaros, en lo que se conoce como “El día de los Procuradores”.
Lugar mágico, cueva única, cargada de misticismo y bella leyenda, posible morada de ermitaños desde el inicio del cristianismo y que ya en el siglo XIII Fernando III El Santo concediera el título de Real Santuario, en cuyo interior podremos contemplar una mínima capilla semi rupestre de estilo ramirense, con interesantes labras de influencia celta en lo que en su día fuera su altar mayor.
Daremos continuidad a nuestro viaje, después de haber repuesto fuerzas en la hospedería de Montesclaros, hay que tener en cuenta que solo está abierta en los días de Semana Santa y en verano, pero donde hemos degustado un austero pero sabroso refrigerio que nos mantendrá en forma hasta la hora de comer.
Volveremos sobre nuestros pasos para bajar a orillas del río y así continuar por la carretera que paralela al mismo nos conduce hacia Aldea de Ebro, minúscula población declarada en su día Conjunto Histórico Artístico, que muestra un humilde caserío en el que destaca su pequeña iglesia románica del siglo XIII, con su singular torre de espadaña exenta a la misma.
En este punto abandonamos la margen del río para acceder a Arcera, otra pequeña localidad que en su día tubo relativa importancia por el molino que en él se encontraba. Dos pequeñas iglesias San Miguel y Santa Cruz en sendos barrios del pueblo son el aporte arquitectónico de la localidad.
Continuamos nuestro periplo hasta llegar a Bárcena de Ebro donde retomamos la ribera del río para continuar por la CA-272 hasta el cruce con la CA- 273 y adentrarnos en tierras de Palencia hasta la localidad de Báscones de Ebro, pequeño enclave Castellano Leonés.
Reentraremos en tierras Cántabras en la localidad de La Puente del Valle por la carretera que al igual que el río serpentea a través del valle y donde podremos conocer el “Centro de visitantes de la Piedra en Seco”, que pretende dar a conocer un interesante fragmento, a menudo desconocido, del rico patrimonio arquitectónico rural de la región.
Tras pasar el puente que nos conduce a Quintanilla de An, en el lugar conocido como el alto de San Pantaleón, en un promontorio de arenisca, se encuentra una necrópolis altomedieval con varias tumbas antropomorfas excavadas en la propia roca y tres pequeños habitáculos hipogeos que a modo de panteones podrían dar cabida a dos o tres personas. Esta necrópolis, se corresponden con el asentamiento de los primeros repobladores foramontanos que huyendo de la invasión sarracena se establecieron en el valle en la primera mitad del siglo IX. Un lugar cargado de misticismo que bien merece ser visitado.
Desde Quintanilla de An, continuamos itinerario por la CA-272 y hasta llegar a la cercana población de Campo de Ebro, próxima a esta localidad podremos visitar la iglesia semirupestre de Santa Eulalia considerada como una de las primeras evidencias del cristianismo en Cantabria.
Desde Campo de Ebro llegaremos a la cercana Polientes, capital del Valle de Valderredible.
Llegados a este punto según el horario previsto, se nos había hecho la hora de comer y como no podía ser de otra manera dimos en probar el producto estrella de la comarca, la calidad de las patatas de Valderredible han traspasado fronteras y hoy se han convertido en uno de los exponentes de la producción agrícola de la comunidad.
Un suculento guiso de las mencionadas Patatas, con carne de la no menos famoso cabaña ganadera, se convierte en todo un lujo, en todo un hito gastronómico difícil de superar.
Daremos continuidad a nuestro viaje hasta llegar a la pequeña localidad de Cadalso donde podremos contemplar otra de las iglesias rupestres del Valle. Abandonando este punto llegaremos al cruce de carreteras que nos conducirá a las localidades cercanas de San Martín de Elines y a Arroyuelos. En ambas nos aguardan sendas sorpresas que obligatoriamente hay que visitar.
En la mencionada Arroyuelos podremos contemplar la ermita rupestre dedicada a San Acisclo y Santa Victoria, es la más amplia y espectacular de las iglesias rupestres en Valderredible, lo que es igual a decir de las iglesias rupestres en Cantabria. Sin duda, tanto en su interior como en el entorno, será fácil sentir brotar sentimientos similares a los de los eremitas que las habitaron.
Volveremos nuestros pasos por el camino recorrido para legar a San Martín de Elines, donde nos aguarda una de las joyas del románico.
La vieja iglesia románica que se conserva en su totalidad se levanta en la primera mitad del siglo XII, posiblemente al hundirse la vieja fábrica mozárabe en 1102 y de la que se conservan algunos arcos y unas ventanas en el muro norte del claustro.
Lo más grandioso de la Colegiata de San Martin de Elines es su cúpula sobre pechinas sostenida por cuatro imponentes columnas entregas, que se coronan con extraños capiteles cilíndricos figurados, de singular y original prestancia, con representaciones de terribles animales devoradores, la adoración de los Magos y la matanza de los Inocentes.
En el exterior, es digna de mencionar la colección de canecillos de todo tipo que sujetan las cornisas de la iglesia. Es también destacable, por el ambiente que proporciona al claustro, la serie de sarcófagos románicos y góticos de distintos abades, con inscripciones enormemente sugestivas tanto por la grafía de las letras como por la expresión de sus textos.
Es precisamente en este claustro, acompañados del silencio, un lugar ideal para la reflexión pausada sobre inmenso acervo cultural que el valle atesora y que a lo largo de los siglos ha pervivido hasta nuestros días.
Y si hasta ahora nuestras visitas han tenido relación directa con las obras ejecutadas por la mano del hombre, no podemos abandonar el valle sin contemplar las maravillas realizadas por la naturaleza.
El viento, el frio y el agua, han esculpido el valle por el que transita el río Ebro, creando un cañón casi impensable, con formas imaginarias y vivos ocres, que las confieren un aspecto casi sobrenatural.
La máxima representación de estas esculturas las encontramos en la próxima localidad burgalesa de Orbaneja del Castillo donde daremos por concluido este itinerario cargado de historia, religiosidad, y misticismo.