Hoy comenzamos nuestro Camino Lebaniego de una forma muy especial, partiendo de Cervera de Pisuerga, en Castilla y León.
La vinculación de Palencia con Santo Toribio data desde el siglo VI época en la el santo recorría estas tierras con su predica contra la herejía prisciliana y donde buscó cobijo en la ermita de Santa María del Cerro, lugar donde se celebra todos los años la fiesta de “La Pedrea”.
Si bien a todos los efectos se puede denominar como Camino Lebaniego Castellano el recorrido que une la ciudad de Palencia con Santo Toribio de Liébana, en esta ocasión, puesto que excede a nuestra disponibilidad de tiempo, iniciaremos el mismo desde Cervera de Pisuerga.
Iniciamos nuestra singladura, en el Parque de la Bárcena hacia la localidad de Arbejal.
Remontando el Pisuerga nos adentraremos en el Parque Natural de la Montaña Palentina con el firme compromiso de respeto a la naturaleza, la flora y fauna que vamos a encontrar.
Desde aquí el Camino Lebaniego confluye con otras sendas y veredas cuyos nombres sugieren la presencia de animales como el oso, el ciervo o el lobo.
Bordeando el embalse de Requejada llegamos a Vañes.
Como vamos en bicicleta, desde Arbejal tomamos el desvío señalizado que nos lleva hasta la Carretera CL627, por la que descendemos hasta la localidad de Vañes punto en el que retomamos el Camino original.
Rodeados por espesos robledales y vigilados por las altas cumbres del Alto Pisuerga llegamos a Estalaya donde tomamos rumbo hacia San Salvador de Cantamuda por un camino que nos ofrece unas vistas espectaculares de la jornada que tenemos por delante.
Cruzamos el Bosque Fósil de Verdeña, un increíble lugar que nos cuenta cómo estas duras montañas fueron en otro tiempo un bosque costero de helechos arbóreos arrasados por el aumento del nivel del mar.
Entre robles y prados desciende el “Cruceno” hacia el corazón del Valle de la Pernía, hasta San Salvador de Cantamuda, donde, decorada con el telón de fondo de su Colegiata, nuestros ojos se deleitan con la obra realizada por los canteros del siglo XII y que la convirtieron en modelo de proporciones románicas.
Recordemos la proximidad del lugar, donde en el siglo X, los mozárabes, erigieron el germen de la famosa abadía de Lebanza.
La emoción que nos proporciona tanto el lugar como el entorno, hacen que las piernas se rearmen para el tramo que nos espera, subidas y bajadas que saliendo de San Salvador de Cantamuda nos llevarán hacia la localidad de El Campo.
Partimos con rumbo a Lores que nos recibe con la sencilla elegancia de la Iglesia de San Lorenzo y, atravesando bosques y praderías, llegamos a Casavegas, rumbo a Camasobres donde hacemos acopio de fuerzas antes de ascender al Puerto de Piedrasluengas.
Ha sido un tramo muy duro que ha puesto a prueba nuestras fuerzas, pero qué a cambio, nos ha ofrecido paisajes increíbles y la sensación de descubrir un tesoro que llena nuestro espíritu, que ya forma parte de nuestras vivencias “Crucenas” y que nunca podremos olvidar.
Abandonamos la provincia de Palencia para entrar en Cantabria por el Valle de Cabezón de Liébana.
El descenso, con el farallón rocoso de los Picos de Europa como telón de fondo es motivo suficiente para detenerse en el Mirador de Piedrasluengas y respirar profundamente antes de iniciar el descenso a los verdes prados lebaniegos.
Por una pista entre bosques y a la vereda del río Bullón, llegamos a la localidad de Cueva, primer pueblo Lebaniego de nuestro viaje.
La siguiente localidad es Avellanedo, que cuenta con una singular arquitectura tradicional de la zona y, finalmente, llegamos a Pesaguero, donde descansamos antes de afrontar nuestra última etapa hasta Santo Toribio.
Nuestra última etapa, con esa curiosa mezcla de alegría por llegar a nuestra meta y tristeza por la finalización de nuestro viaje, tiene como objetivo llegara a Piasca, donde nos asombramos por su magnífica iglesia románica de Santa María La Real de Piasca, del siglo XII.
Según descendemos y nos adentramos en Liébana vamos descubriendo la abundancia de viñedos, algunos antiguos, pero la mayoría de reciente plantación, prueba evidente del renacer de una vieja tradición en la elaboración de vinos y aguardientes “Orujo de Liébana”
Por fin, llegamos a Potes, centro geográfico de Liébana y Conjunto Histórico, desde donde sólo nos quedan tan solo 3 km para llegar al Monasterio de Santo Toribio.
Recorridos estos últimos kilómetros entramos ya en el monasterio para saciar la curiosidad cultural, o contemplado el Lignum Crucis, saciar la sed espiritual, alcanzando así la meta de nuestro Camino Lebaniego.
Pero las metas están para ser traspasadas y volver a caminar.
Si las fuerzas lo permiten, el “Cruceno” podría, con un pequeño esfuerzo más, recorrer el Camino de Santo Toribio hacia la costa, hasta el piélago Cantábrico, de playas de perfiles sinuosos y arenas claras, de prados verdes cortados por acantilados azotados por el mar.
¿Qué mejor lugar para terminar?
¿Qué mejor lugar para reflexionar que un fondo azul agitado por las olas?
“El último paso de todo viaje, también sirve para iniciar el siguiente”